El packaging y la distribución adaptan sus productos y procesos a la economía circular
Son muchas las soluciones ya desarrolladas o en estudio que permitirán mejorar la sostenibilidad de los sectores del envase, embalaje, transporte y distribución.
Los sectores del envase y embalaje, el transporte y la distribución están adaptando sus productos y procesos a los requisitos de la economía circular impulsados por la Unión Europea mediante el desarrollo o adopción de nuevas soluciones, muchas ya disponibles, en áreas como nuevos materiales de envase más sostenibles, el análisis de la huella de carbono y el ecodiseño, la evaluación de compostabilidad o reciclabilidad, las tecnologías de reciclado y la valorización de residuos, así como la optimización de sistemas de embalaje y de rutas logísticas.
En este sentido, el conocimiento tecnológico, generado y aplicado a través de la I+D y la asistencia técnica, facilita a toda la cadena de valor del packaging y la distribución la implementación de mejoras para contribuir a la sostenibilidad ambiental, una necesidad que se pone aún más de manifiesto en el Día Mundial del Medio Ambiente, este 5 de junio.
En el área de nuevos materiales de envase, se está trabajando en formulaciones para obtener materiales compuestos, en el uso de materiales alternativos y en la simplificación de envases multicapas, entre otros aspectos. Estas líneas de investigación están orientadas a mejorar las propiedades de los materiales de envase permitiendo a su vez la reducción en la cantidad de material empleado, que redunda tanto en la mejora de la sostenibilidad como en la optimización de costes.
Un ejemplo es el proyecto europeo PULPACKTION, en el que se está desarrollando un envase 100% biodegradable y compostable para su uso en productos de V gama (comidas preparadas) y productos electrónicos (teléfonos y tabletas). Otro caso es el de BIOSMART, también financiado por el programa Horizonte 2020, en el que, entre otros formatos, se desarrollan bandejas para productos de alimentación basadas en polímeros naturales como el ácido poliláctico (un plástico biodegradable) y que mantienen las mismas propiedades que las fabricadas con plásticos convencionales. En ambos trabaja el Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (ITENE) junto a destacadas empresas, centros de investigación y universidades de otros países europeos.
Otras áreas de trabajo en el ámbito de la sostenibilidad son el análisis de la huella de carbono de productos y procesos, cuya relevancia se ha puesto de manifiesto a raíz del Pacto Verde o Green Deal presentado en diciembre por la Unión Europea -que establece una reducción de gases de efecto invernadero en 2030 hasta entre el 50% y el 55% respecto a 1990-. Una de las aplicaciones de este análisis es el ecodiseño de envases y embalajes, que tiene en cuenta todo el ciclo de vida de un producto, desde la extracción de materias primas hasta el fin de vida del envase cuando se convierte en residuo.
La UE también estableció en 2018 que, en el año 2030, todos los envases plásticos comercializados en territorio comunitario deberán ser reutilizables, compostables o reciclables. Para estudiar si los envases actuales cumplen con alguno de esos dos últimos requisitos se pueden realizar ensayos de compostabilidad y evaluaciones de reciclabilidad, respectivamente. Se debe además tener en cuenta que para que un envase sea reciclable (y que por tanto se recicle de forma efectiva), se requiere tanto de la colaboración ciudadana como del trabajo de los gestores de residuos, que en ocasiones se ve condicionado por limitaciones tecnológicas.
Como ejemplo, en el proyecto SEPLAYER, desarrollado por ITENE con apoyo del IVACE (Generalitat Valenciana), se han obtenido marcadores que permiten identificar los plásticos multicapa para así separarlos más fácilmente de la corriente general de residuos en las plantas de clasificación. También se ha trabajado en el deslaminado de materiales multicapa y en la descontaminación del material como primer paso para que en un futuro estos plásticos reciclados puedan ser empleados en aplicaciones de uso alimentario.
Por otra parte, una línea de trabajo que está generando gran interés y múltiples posibilidades es la valorización de residuos orgánicos, que consiste en extraer productos de valor añadido a partir de residuos urbanos, subproductos agrícolas o residuos de la industria alimentaria. En este campo destaca el proyecto europeo SCALIBUR, coordinado por ITENE, para obtener bioplásticos, biofertilizantes, biopesticidas y proteínas para alimentos y piensos a partir de residuos orgánicos de recogida urbana, lodos de depuradora y de alimentos del canal HORECA y de la distribución alimentaria.
Por su parte, el sector de la logística y la distribución también ha incorporado el factor de la sostenibilidad a su operativa, con soluciones que abarcan desde la mejora del sistema de embalaje para reducir la cantidad de material empleado hasta la optimización de rutas de distribución y la incorporación de vehículos más sostenibles. Todas estas innovaciones permiten facilitar la transición de las empresas a la economía circular, acortando posibles brechas tecnológicas y reduciendo costes.