Nuevos materiales biodegradables elaborados a base de lino y cáñamo
El Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (ITENE) está llevando a cabo un proyecto de investigación que pretende obtener nuevos materiales biodegradables a partir de fibras de elementos naturales como el lino y el cáñamo. Estos nuevos materiales se destinarían a la fabricación de bandejas para la industria alimentaria.
Este proyecto, denominado FLHEA y liderado por ITENE, cuenta también con la participación de un consorcio que incluye a la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Melodea, Rodenburg Biopolymers, Arctic Fiber, Organoclick AB y Termoformas del Levante.
El proyecto FLHEA está financiado por el Séptimo Programa Marco de la Unión Europea.
Esta investigación es de gran importancia debido al interés del sector del envase y embalaje en la reducción de residuos, para lo que se está procediendo a la búsqueda de nuevos materiales biodegradables como alternativa.
Concretamente, el empleo de materiales biodegradables para la fabricación de envases alimentarios ha estado muy limitado, principalmente, por las bajas propiedades barrera y mecánicas de estos materiales. Sin embargo, el desarrollo de nuevos biomateriales reforzados con fibras naturales, se perfila como una posible estrategia para paliar estas limitaciones y poder utilizarlos en la industria alimentaria con total seguridad para la salud.
Además, desde un punto de vista medioambiental, existe un interés renovado por el desarrollo de nuevos materiales procedentes de recursos renovables, tales como las fibras naturales. Dado que la demanda y precio de las fibras naturales sigue en aumento, se hace necesario el desarrollo de nuevas metodologías destinadas a la obtención de productos, con mejoras apreciables en sus propiedades, a partir de plantas tales como el yute, el sisal, el kenaf, el lino o el cáñamo.
El sector de la agricultura, con un valor añadido de alrededor de 148 billones de euros y 25 millones de empleados (EU-27, 2011), constituye uno de los mayores sectores en Europa. Sin embargo, en la actualidad, el sector agrícola debe afrontar diversos retos tales como la competencia con otros países con productos más baratos en el mercado o las políticas cada vez más restrictivas, manteniendo a su vez los niveles requeridos en cuanto productividad, seguridad y sostenibilidad.
Así pues, el desarrollo de una agricultura competitiva y sostenible necesita, cada vez más, de estrategias dirigidas hacia la valorización del producto a través de la introducción de nuevos productos y tecnologías.